Hum II, la obra que la artista Hajra Waheed presenta en Fragmentos, es un arrullo para la turbulencia de nuestros tiempos. Esta obra fue galardonada en la Bienal de Sharjah del 2023 y tiene como precedente a “Hum” del 2020. La actual versión en una instalación sonora ubicada en los jardines y la ruina colonial de Fragmentos, allí se despliega una composición de 32 canales interconectados por más de 1.600 metros de cable.
Esta evocadora pieza destaca por la tensión entre su sencillez formal y su complejidad sonora: sencillez en la medida que no nos presenta grandes imágenes, como estamos acostumbrados a ver en la sala principal, por el contrario, deja este espacio libre y nos invita a recorrer sus jardines; su complejidad radica en los múltiples movimientos y sonoridades de la pieza musical, los cuales se proyectan en varios parlantes mimetizados entre plantas y ladrillos.
Al escuchar atentamente la pieza, uno puede adentrarse en distintos estados del ser: desde el eco lejano de un estado prenatal, pasando por el susurro materno, hasta la explosiva danza del coro de la vida, para luego caer en el jadeo de un intenso cansancio, un agotamiento tanto del cuerpo como de la misma humanidad.
En todo este recorrido se pueden escuchar sonoridades árabes y reminiscencias a oraciones y plegarias; esto es debido a un interés consciente de la artista, ya que la pieza parte de siete canciones originarias de las Américas, África y Asia, muchas de ellas prohibidas y transmitidas a través de generaciones por mujeres. Al estar ubicadas en los jardines de un espacio tan cargado simbólica, política y energéticamente como Fragmentos, estas melodías se convierten en una oda a lo fúnebre y a lo vital, son simultáneamente una letanía y una viva por la existencia.
En nuestros ruidosos tiempos actuales, donde suenan bombas, disparos y amenazas a todas las formas de vida por doquier, esta obra despierta un estado de escucha aguda, nos devuelve a una sensibilidad propia del origen, nos recuerda que somos mucho más que partidos y posiciones políticas, nos lleva más allá de las convicciones personales o sociales, más allá de las propias visiones de mundo, nos recuerda que en últimas, somos parte de una misma especie y que habitamos un mismo planeta.
Sin embargo, la escucha que propone Hum II no es una escucha estática, es una escucha en movimiento que nos invita a caminar entre ruinas, entre ladrillos carcomidos por la humedad y el musgo. Mientras recorría y escuchaba esta obra sentía que las ruinas de Fragmentos se convertían en las ruinas de nuestra sociedad, y venía a mi mente la imagen del Angelus Novus de Paul Klee y la interpretación del ángel de la historia de Walter Benjamin, sentía que al igual que la imagen, quedamos atónitos ante los desastres de la guerra, desastres que en esta ocasión, lamentablemente no son parte de una elucubración apocalíptica, sino de un estado presente del mundo y la humanidad.
Caminar por los jardines de Fragmentos se vuelve parte integral de la obra, un recorrido que nos permite conectar con anturios, helechos y enormes yarumos. Con cada paso podemos sentir las piedras del suelo con nuestros pies, percatarnos de sus texturas y formas, a la vez que sentimos cómo se elevan nubes de arena. Entre plantas y piedras, Hum II permite conectarnos con las raíces que nos son comunes como habitantes de este planeta.
Al estar a la intemperie, la obra nos relaciona también con el cielo y con el clima: cuando fui, estaba lloviendo y pude sentir las gotas en mi cuerpo. La obra no distingue entre interior y exterior, y eso es quizás lo más estremecedor de ella, que los estados y movimientos que nos muestra, toda aquella violencia y vivacidad no son solo un estado interior producido por la contemplación de la obra, sino son el reflejo de nuestra realidad contemporánea.
La pieza nos presenta un loop de la humanidad, desde el silencio y el arrullo hasta el vertiginoso frenesí, nos remite tanto al nacimiento como a la destrucción, a la paz y a la guerra. Esta obra es un espejo de nuestro tiempo, se pone de frente, nos hace mirarnos a los ojos y preguntarnos ¿Seremos capaces de romper el ciclo, esta vez?