Sunday 28 April 2024

Clarice Lispector y mi obra(r). A propósito del libro “Filosofía y Literatura en Clarice Lispector"


En el 2023, recibí la invitación por parte de mi amiga María Fernanda Silva y de la profesora Myriam Jiménez Quenguan del Doctorado en filosofía de la Universidad Santo Tomás en Bogotá, para que algunas imágenes de mis procesos artísticos hicieran parte del libro “Filosofía y Literatura en Clarice Lispector", el cual también contiene textos de los estudiantes del doctorado que surgieron de un seminario sobre Lispector.


Myriam había conocido mis procesos artísticos con antelación y había evidenciado un elemento “lispectoriano” en estos, para el día del lanzamiento me pidió que hablara sobre la relación de Clarice Lispector y mi obra, para lo cual escribí un texto, que si bien me gustó, me salió un tanto extenso y no hubo tiempo para leerlo, por ello quiero compartirlo por este medio. No sin antes mencionar que dicho día compartí que como artista, he sentido en Clarice comprensión y empatía, siento que ella entiende por qué uno hace lo que hace, y por qué uno se entrega de la manera en la que uno se entrega a la creación artística, que para mí, no es otra cosa sino la posibilidad de navegar y profundizar en todos los rincones que nos ofrece esta existencia.


 

Primero, quiero agradecer a la profesora Myriam Jiménez y a mi amiga María Fernanda por la invitación a hacer parte de este libro, realmente es un honor para mí que algunas imágenes de mis proyectos estén acompañando los textos de las y los estudiantes.


No me es sencillo pensar sobre la relación entre Clarice Lispector y mi proceso artístico, porque no es algo que haya pensado, y tampoco siento que quiera pensarlo; temo que al hacerlo pueda debilitar el espacio de magia que nos conecta.

Mi relación con ella no es la que convencionalmente un lector entabla con una escritora o una autora, para mí, ella es más bien una presencia que me ha acompañado en momentos decisivos de mi vida, diría que una presencia clave y determinante.


¿Cómo conocí a Clarice? No lo sé, pero recuerdo un libro que me regalaron y otro que ya había comprado, y sobre todo recuerdo momentos intensos de lectura en los que subrayaba con fuerza y escribía en las márgenes de las hojas, eran momentos de mucha energía y de severos revolcones internos, era como si ella supiera lo que yo perfectamente sentía en la profundidad de mi ser y como si pudiera explicar y comprender mi sentir mejor de lo que yo era capaz. No creía que yo fuera el lector, sentía que ella me leía. Era como si ella me permitiera acompañarla a penetrar en lo más intimo y fundamental de la existencia, de la materia; como si pudiéramos acercarnos juntos a aquello que es puro y esencial. Y aún así, sentía que no entendía sus palabras, pero sus palabras eran lo suficientemente fuertes como para remover todo mi interior; recuerdo tener que parar la lectura, tomar aire y dejar el libro de lado, porque sentía que la intensidad de sus palabras me rebasaba.


Me preguntan que cómo me ha influido ella, no lo sé, no sé si sea una cuestión de influencia, siento más bien que nos hemos conectado; y quizás, al conectarme con su ser, con su sentir, al aproximarme a aquello a lo que ella también se aproximaba en sus textos, me he permitido dejarme acompañar y guiar; por eso, prefiero hablar sobre su compañía.


Sobre mi recorrido a su lado, quisiera mencionar un proyecto que titulé Agua Viva, en honor a un libro suyo, lo desarrollé en Sao Paulo y le puse así, no porque tuviera que ver directamente con su libro, sino porque sentía que en ése momento mi vida estaba siendo atravesada por una intensidad muy cercana a la que ella relata en su texto, como quién se acerca a la “cosa”, al “it”, como diría ella. Me entregué por completo en este proyecto: bajé por una alcantarilla ubicada a dos o cuatro cuadras de la avenida Paulista, una de las arterias principales de Sao Paulo, lo hice para ver directamente la naciente de un río que estaba canalizado; también atravesé la ciudad caminando durante cuatro horas, estableciendo contacto con el espíritu de un río que estaba subterráneo, varios metros debajo mío.


Este tipo de entregas no son ajenas a mi quehacer artístico, que es mi mismo recorrido vital. En otra ocasión salté a mar abierto en el océano pacífico porque sentía la necesidad de sentir con mi cuerpo la presencia de las ballenas; en otro momento, en otro acto de saltar al vacío, viajé a Sudáfrica por amor, sin mucho dinero pero con la convicción de que era lo que tenía que hacer; y más recientemente, navegué mis propias oscuridades para luego proponer talleres donde las personas se pudieran encontrar con la luz que proviene de sus heridas.


Estas aventuras o actos de entrega requieren de un soltarse por completo a la vida, un desarmar los nudos que nos sostienen y dejarse ir, una entrega sin límites ni condiciones, y es allí, donde quizás, me siento más cercano a Clarice, en ése llenarse los pulmones completamente de vida, en el descubrir el mundo en todas sus dimensiones sin dar nada por sentado, en el sentir, atravesar y alimentarse de cada emoción hasta su última gota, en el preguntarse incesantemente por todo, y navegar y navegarse; no por buscar comprender algo, sino por entregarse ineludiblemente a la sensación y a la experiencia; se trata de entregarse por completo a aquello que lo rebasa a uno y para lo que no sirve esforzarse en encontrar respuestas lógicas; la respuesta de Clarice es la entrega a lo desconocido, al Gran Misterio, habitar el no entender y, en ese camino, hallarse perdida, encerrada, encontrarse, redimirse y transformarse. Para mí Clarice no es sólo una autora, es un estado del ser.


Cuando pienso en ella, a veces la veo tan etérea, que me la imagino levitando entre el tiempo y los estados de la existencia; y a veces la siento tan visceral, que me la imagino en un contacto íntimo, directo y casi cruel con  su cuerpo, con sus entrañas. Quizás ella nos muestra eso: que la puerta al vuelo está en los intestinos, que la entrada a la magia yace en la conexión consigo mismo, en la presencia del ser.


Quisiera terminar mi intervención leyendo la última página de un texto que no entiendo y no quiero entender, pero que me toca profundamente. Lo leeré inicialmente en portugués, porque me interesa su sonoridad y para honrar el idioma en el que Clarice lo escribió, y luego, como un acto de mediación, leeré una traducción que realicé al idioma que hoy nos encuentra.


*Para escuchar la lectura de los fragmentos de Agua Viva en portugués y castellano, ingresa a: 

Água Viva -Clarice Lispector (Portugués y Castellano).